18 Aug
18Aug

 Sentir a través de mi cuerpo que una vida que no es la mía se va, no es algo menor. Yo no sé ni como, ni cuándo. Tal vez, haciendo memoria, pudo ser esa noche en la que sentada frente a su cama donde yacía agónica, trataba de aliviarla con mi pensamiento. Intencionaba alivio sin esperar el milagro. Su dolor era cruel, pero ella, tan aferrada a la vida, prefirió soportarlo, antes de entregarse a La Muerte quién sin dudas, esperó con la paciencia que suele dar la eternidad.

Un rayo surcó la oscuridad de mi mente. En mis continuas meditaciones, no avizoro luces, solo un negro profundo donde mi alma y yo comprendemos que somos una. Pero esa noche sí. Dos nítidos hilos azules con chispazos blancos perturbaron esa nada oscura, sorprendiéndome, intrigándome. 

El médico había sido terminante: -solo le quedan entre treinta minutos y si es muy fuerte, tres horas de vida -dijo con la seguridad que le daba su experiencia en el caso, pero sin tener en cuenta que debajo de esa apariencia débil, había una guerrera implacable que desafiaba a la mismísima muerte. 

Ella había sido muy clara conmigo al final de una sesión de Reiki,cuando mentalmente, y pretendiendo alejarla del sufrimiento le había pedido que se soltara, que se dejara ir… Tremendo asombro el mío, al encontrarme con una respuesta real: Yo no me quiero ir, yo no me voy a ir ahí a donde vos sabés que me tengo que ir. Ese fue el momento en el que comprendí que había una conexión profunda, pero ahora sé que subestimé la profundidad de esa conexión. 

Las horas se hicieron días. Interminables momentos conviviendo entre el horror del dolor y el asombro de aquello, que tenía un tinte de milagro. Y como nada es eterno, o mejor dicho como todo se transforma, el momento llegó, y aún sabiendo que sucedería me tomó por sorpresa. Demás está decir, que me había acostumbrado a aquella fortaleza. Mientras todos decían es la hora, yo presentía un todavía falta. Y tal vez, aferrada a esa creencia esa noche me senté tranquila, a pensar en nada. 

Por la tarde había experimentado algunas cosas. Mientras editaba unas fotos, me encontré respirando como ella, al menos escuchando su respiración lenta, cortada, profunda, como si de cada bocanada quisiese extraer hasta la última gota de oxígeno. Hasta sentía los olores de su casa, y llegué a pensar que era pura obsesión. -Tendré que verla menos,  pensé -esto no está nada bien. No podía visualizarla como estaba en el presente. Pensarla, me remitía a verla llena de vida, sonriente, feliz. Tampoco pude enviarle Reiki como lo hacía cada vez que podía, porque solo tuve presente a su familia, a su marido, a la mirada de sus hijos, pero sobre todo a la sonrisa de la peque, la estrellita que hoy, hace menos dolorosa su partida.

Y si, fue entonces que después de la cena me senté a pensar en nada. Y en eso estaba cuando de repente, una fuerza desconocida me tiró hacia adelante, me obligó a respirar muy profundo y despegó algo de la parte superior de mi abdomen que provocó una sensación de caer al vacío, de liviandad, de alivio… Solo atiné a decir su nombre y a mirar el enorme reloj que en ese momento parecía taladrarme los oídos con sus tic -tac, tal vez para testimoniar lo que me estaba sucediendo, o simplemente para perpetuarlo. -Veintitrés y cincuenta y seis, por favor, recordá la hora,  le dije a mi pareja que me miraba desconcertado. 

Pocos minutos habían pasado, cuando sonó mi celular. Sabía exactamente lo que iban a decirme. Todavía estaba perturbada y temerosa. Sentía en mis entrañas un dolor semejante a una lastimadura reciente que no podía explicar. Era algo físico, insondable, que se extendió hasta el atardecer del día siguiente. Hoy no encuentro respuestas acordes con la lógica del mundo.  Solo me quedo con esa vivencia que representa una verdad inexplicable. 

Voy a extrañar su presencia, su sonrisa, su mirada azul cielo, pero me conformo con su luz. Me consuela saber que de alguna manera, hubo un lazo azul que nos unió en este lado de la vida, hasta que ella se animó a volar a ese lugar,al  que ambas sabíamos que tenía que ir… 

En memoria de Lau 

Agosto de 2020

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